13.11.07

DISFUNÇÃO SEXUAL DA GUERRA CAPITALISTA

Jornalismo é uma linguagem de comparação. Faça essa, das palavras de Berardi e imagens de Botero.

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[dito por Franco Berardi, antiguo militante insurreccional en Italia, ao Página 12]

Semiocapitalismo es el modo de producción en el cual la acumulación de capital se hace esencialmente por medio de una producción y una acumulación de signos: bienes inmateriales que actúan sobre la mente colectiva, sobre la atención, la imaginación y el psiquismo social. Gracias a la tecnología electrónica, la producción deviene elaboración y circulación de signos. Esto supone dos consecuencias importantes: que las leyes de la economía terminan por influir el equilibrio afectivo y psíquico de la sociedad y, por otro lado, que el equilibrio psíquico y afectivo que se difunde en la sociedad termina por actuar a su vez sobre la economía.

Los efectos de la competencia, de la aceleración continua de los ritmos productivos, repercuten sobre la mente colectiva provocando una excitación patológica que se manifiesta como pánico o bien provocando depresión. La psicopatía está deviniendo una verdadera epidemia en las sociedades de alto desarrollo y, además, el culto a la competencia produce un sentimiento de agresividad generalizado que se manifiesta sobre todo en las nuevas generaciones. Recientemente la Durex, la mayor productora mundial de preservativos, encargó una investigación al Instituto Harris Interactive. Fueron elegidos veintiséis países de culturas diversas. Y en cada país fueron entrevistados miles de personas sobre una cuestión simple: qué satisfacciones experimentaban con el sexo. Sólo el 44 por ciento de los entrevistados respondió que experimentaba placer a través de la sexualidad. Esto significa que ya no somos capaces de prestarnos atención a nosotros mismos. Pero tampoco tenemos tiempo suficiente para prestar atención a aquellos que viven alrededor nuestro. Presos de la espiral de la competencia ya no somos capaces de entender nada del otro.

[os quadros são de Fernando Botero,
subvertendo os horrores de Abu Ghraib]

La deserotización es el peor desastre que la humanidad pueda conocer, porque el fundamento de la ética no está en las normas universales de la razón práctica, sino en la percepción del cuerpo del otro como continuación sensible de mi cuerpo. Aquello que los budistas llaman la gran compasión, esto es: la conciencia del hecho de que tu placer es mi placer y que tu sufrimiento es mi sufrimiento. La empatía. Si nosotros perdemos esta percepción, la humanidad está terminada; la guerra y la violencia entran en cada espacio de nuestra existencia y la piedad desaparece. Justamente esto es lo que leemos cada día en los diarios: la piedad está muerta porque no somos capaces de empatía, es decir, de una comprensión erótica del otro.

Creo que tenemos que tener en cuenta la relación entre ciberespacio –en constante ampliación y en constante aceleración– y cibertiempo, es decir, el tiempo de nuestra mente entendida en sus aspectos racionales y afectivos. El capitalismo empuja a la actividad humana hacia una aceleración continua: aumentar la productividad para aumentar los beneficios. Pero la actividad es hoy, sobre todo, actividad de la mente. Quien no logra seguir el ritmo es dejado de lado, mientras que para quienes buscan correr lo más velozmente posible para pagar su deuda con la sociedad competitiva, la deuda aumenta continuamente. El colapso es inevitable y de hecho un número cada vez más grande de p bien sufre de ataques de pánico, oersonas cae en depresiones, o bien decide tirarse debajo del tren, o bien asesina a su compañero de banco. En Inglaterra, la violencia homicida se está difundiendo en las escuelas, donde en los últimos meses ha habido una verdadera hecatombe: decenas se suicidaron con un tiro de revólver. La guerra por doquier: éste es el espíritu de nuestro tiempo. Pero esta guerra nace de la aceleración asesina que el capitalismo ha inyectado en nuestra mente.†††

Dos quadros de Botero
Chocado com a barbaridade”, o pintor colombiano Fernando Botero, inspirou-se nos horr
ores de Abu Ghraib para o seu trabalho mais recente. Com o nome da cadeia iraquiana em que foram praticados atos de perversão da guerra, um desastre mundial, uma peste virulenta.

[trechos da entrevista à Revista Diners]
¿Por qué decidió pintar esta serie sobre lo sucedido en Abu Ghraib?
—Por la ira que sentí y que sintió el mundo entero por este crimen
cometido por el país que se presenta como modelo de compasión, de justicia y de civilización.

¿Espera que esta serie, que seguramente será polémica, tenga efecto político en el mundo?
—No. El arte nunca tuvo ese poder. El artista deja un testimonio q
ue adquiere importancia a lo largo del tiempo si la obra es artísticamente válida.





¿Cómo cree que la comunidad internacional, especialmente la norteamericana, va a recibir esta obra suya tan dramática sobre un hecho real y actual?
—Son obras nacidas de la ira ante tal horror. El cómo sean recibidas no fue una consideración en el momento en que las hacía.

¿Llama la atención la cantidad de obras que pintó sobre el tema. ¿Cómo fue el proceso de investigación y creación?
—Soy adicto a las noticias, a los periódicos y a las revistas. Además, a diario miro la internet y vivo informado. Han sido muchas las crónicas escritas sobre el tema, especialmente el magistral artículo aparecido en The New Yorker, el cual reveló la situación que se vivía en las cárceles controladas por los norteamericanos. A medida
que me iba enterando sentía más la necesidad de decir algo sobre tal horror. El año pasado empecé a dibujar y a pintar, y son ya casi cincuenta obras las que he hecho sobre el tema.

¿Aparte de la exposición en Roma en junio próximo, ¿qué destinación tendrán estos cuadros?
No tengo la menor intención de venderlas. Las mostraré donde me inviten a exponer, ojalá en los Estados Unidos. No hay que olvidar que la gran mayoría de los norteamericanos condena la práctica de la tortura. La prensa de ese país ha denunciado permanentemente los hechos ocurridos en Abu Ghraib.

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